Mª José Alés me hizo esta entrevista para la revista Optiks, de Ibi (el 28 de mayo de 2015). La revista se publicó a mediados de octubre y puedes verla aquí, y la entrevista directamente aquí.
Pep Bruno es un contador de historias, a él le gusta que le llamen “cuentista”, que ocupa un lugar privilegiado, por su valía y por su buen hacer, en el mundo emergente, para algunos aún desconocido, de la narración oral actual. Hoy tenemos la suerte de poder entrevistarlo en Opticks.
Yo podría hablar largo rato de Ud. He recopilado multitud de datos y he tenido el placer de escucharle en dos inolvidables ocasiones. Sin embargo prefiero, si le parece bien, que sea Ud. quien se presente a los lectores de nuestra revista.
Soy Pep Bruno, narrador oral profesional desde hace 22 años. Este oficio mío me ha permitido viajar por gran parte de América, Europa y un par de países de África, pero sobre todo me ha permitido conocer a un montón de gente estupenda que vive, como yo, abrazada al cuento contado.
Antes he adelantado que la narración oral, si nos guiamos por lo que aparece en los medios de comunicación habituales, no es demasiado conocida en España, aunque haya existido desde siempre. Si esto es así, ¿qué motivos existen para ello?
Los cuentistas somos artesanos de la palabra: trabajamos contando a grupos reducidos. No salimos en televisiones ni tenemos una gran repercusión en medios porque lo que hacemos es algo humilde que, además, no encaja en los canales enlatados de comunicación: nosotros necesitamos contar mirando a los ojos y respirando con el público, y esto todavía no hay manera de apresarlo para la pantalla. Mientras tanto seguimos con la lluvia fina de la palabra dicha, persona a persona, corazón a corazón.
Conocida o desconocida en la actualidad, ¿cómo, dónde, cuándo y quiénes iniciaron el movimiento tendente a difundir los valores de la narración oral y que ésta adquiera plena vigencia?
El ser humano se diferencia de los animales por su necesidad de habitar en tierras de ficción, por lo tanto los cuentos contados han existido siempre entre nosotros. Lo que parece que languidecía y que, poco a poco desde los años ochenta, se va revitalizando en España es el oficio de contar cuentos. Son muchos los motivos que han hecho que la palabra dicha volviera a campar por orejas y corazones, aquí van algunos: la narración oral suma a la hora de trabajar atención, creatividad, adquisición del lenguaje, memoria, vocabulario...; es la estrategia estrella para animar a leer; los cuentos contados también son un estupendo recurso para reforzar el aprendizaje de otras lenguas; etc. Pero sobre todo nos encanta contar y escuchar buenas historias. Es algo delicioso.
Completando la pregunta anterior, ¿cuáles son a su juicio esos valores?
Como decían los clásicos a través de los cuentos se educa deleitando, porque el cuento contado transmite valores (muchos y muy variados) y conocimientos. Pero como te he comentado antes en los cuentos contados hay muchos elementos de gran relevancia que se cultivan. Por ejemplo: las estructuras de pensamiento son similares a las estructuras internas de los cuentos tradicionales, por lo tanto cuanta más gimnasia de cuento contado hagamos más preparados estaremos para realizar y comprender ideas. ¿Otro ejemplo? La narración oral se desarrolla en el plano de la oralidad, un ámbito bastante olvidado hoy en día en ámbitos de educación formal pero, sin embargo, imprescindible para desenvolverse en el día a día (entrevistas de trabajo, comprender discursos, organizar exposiciones orales, diálogos y negociaciones, etc.).
Javier Celaya en su libro “La voz de los niños” (1972), en el que recopila cuentos, canciones, ensalmos y conjuros antiguos, se queja de que, por influencia de la radio y la T.V. cada vez se oye menos en nuestras calles cantar a los niños. ¿Cómo influyen en nuestros niños las nuevas tecnologías y qué puede hacerse para que esa influencia no sea negativa?
Sobre este asunto he escrito algunos artículos que podéis encontrar en mi web (por ejemplo aquí). Desde mi punto de vista los niños y niñas están sobreexpuestos a las pantallas interactivas. Soy bastante radical en ese sentido: intentaría que hasta los diez o doce años los niños vivieran libres de pantallas interactivas y televisión y que corrieran la calle, jugaran en descampados, subieran a los árboles... de esa manera y casi de forma natural las cancioncillas y otros recursos del folclore infantil de tradición oral volverían a habitar en las gargantas de nuestros hijos. Ya tendrán tiempo de enredar en pantallas cuando crezcan, pero en ese momento llevarían con ellos la mochila de una infancia plena de juegos y recuerdos felices.
Ud., además de cuentista oral, es escritor. ¿Suele llevar la narración oral a la escrita? ¿Siente el cuentista la necesidad de escribir textos que se adapten a su forma de ser y expresarse?
No, no habitualmente. Hay narradores que escriben (los menos) y escritores que cuentan (también los menos). Lo normal es que los narradores orales se dediquen a contar y, en muchos casos, a impartir formación a otros profesionales. Aun así en la actualidad en España hay un buen puñado de cuentistas que tienen también libros publicados (en algunos casos muchos libros y muy premiados de hecho), pero son dos lenguajes (el oral y el escrito) muy distintos.
Cuentista, escritor y también editor. Ud. creo en el año 2005 la editorial “Palabras del Candil”. ¿Es complicado mantener una editorial en el momento actual? ¿Qué aporta al mundo editorial “Palabras del Candil”?
Esta editorial (palabrasdelcandil.com) centra todo su catálogo en la publicación de libros y cuentos de narradores orales profesionales. Tenemos distintas colecciones (de creación, de tradición, de teoría, etc.) y todas están pensadas para quienes cuentan cuentos o para quienes disfrutan con los cuentos contados. Es una editorial pequeña para un pequeño colectivo de profesionales y amigos del cuento oral.
Comentan los libreros que venden muchos libros para niños y pocos para adultos. ¿Qué condiciones deberían darse para que un niño lector se convirtiese en un adulto que también lo fuera?
Hay niños muy lectores que dejan de serlo al entrar en la adolescencia (donde irrumpen nuevas necesidades e inquietudes), pero con el paso de los años muchos de estos niños vuelven a la senda de los libros y la lectura profunda y placentera. No son matemáticas pero hay algunas cosas que van sumando para hacer lectores: que en casa se lea (que los padres y demás hermanos sean modelos lectores), que haya tiempo y lugar para leer juntos, que se lea en voz alta a menudo a los más pequeños, que adultos y niños tengan su propia biblioteca, que juntos vayamos a comprar libros a la librería, que se visite habitualmente la biblioteca, que se hable de libros en casa, que se compartan lecturas...
¿Cuál cree que puede ser el futuro de la narración oral en España? ¿Sucederá como en el libro de Ray Bradbury, Fahrenheit 451, que los que mandan harán desaparecer los libros, quedando sólo la memoria individual y colectiva en la cabeza de los perseguidos narradores?
Seguirá habiendo cuentos contados mientras haya seres humanos. Cuentos de mayor o menor calidad que vengan del venero de la tradición o que hayan sido soñados por algún autor. Y si los cuentos se van olvidando pervivirán otros textos de tradición: sucedidos, chascarrillos, chistecillos, leyendas urbanas... porque la palabra dicha siempre da alegría, y contarla, contárnosla, es una fiesta.