Entrevista realizada en abril de 2011 para la revista MOSAICO, del IES Ana María Matute, de Cabanillas del Campo, Guadalajara. 

[Debajo, la entrevista tal como aparece en la revista.]

 

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¿Cómo se puede vivir “de cuento”?

Entrevista a Pep Bruno, narrador oral y escritor

Hola, me llamo María y vengo en representación de los alumnos del IES Ana María Matute, para realizarle una entrevista para la revista del centro. Nos interesa su trabajo ya que es un tanto peculiar, y queremos hacerle muchas preguntas.

  • ¿Qué prefiere, cuentacuentos o cuentista?

Hola María. Sí, la verdad es que el mío es un oficio poco usual, pero es un oficio tradicional, quizás el más antiguo de todos los oficios. Sobre el nombre que más me gusta es el de cuentista, porque es una palabra con mucha historia en nuestra lengua aunque esté algo connotada. Me gusta, desde luego, mucho más que cuentacuentos, que es un calco semántico del inglés y que cada vez más tiene un sentido despectivo.

  • ¿En qué consiste realmente su oficio?

Mi oficio es, sencillamente, contar cuentos. Me pongo delante del público y me pongo a contar. Lo normal es que una sesión de cuentos dure unos 55 minutos, aunque en alguna ocasión he estado contando hasta dos horas y media. Eso es lo que se ve.

Lo que realmente es mi oficio son muchas horas cada día (todos los días, todos los meses, todo el tiempo) leyendo en busca de nuevos cuentos, escribiendo y preparando textos nuevos para contar. Ese es el trabajo “de cocina” que no se ve y que es, a veces, muy complicado. Es muy difícil dar con una buena historia para contar y dejarla bien pulida.

  • ¿Cómo se le ocurrió poder ganar dinero con esta manera de acercar la literatura a la gente? Cuéntenos las principales dificultades hasta hacerse conocer.

La verdad es que nunca había pensado que este sería mi oficio. La cosa fue sucediendo poco a poco, como sin querer (tiene una buena historia, la podéis encontrar aquí). Lo que sí tenía claro desde niño es que tenía cosas que contar (siempre dije que quería ser escritor), pero no sospeché que sería de esta manera.

Hasta que la cosa estuvo más o menos clara, y durante muchos años, estuve formándome: tengo tres carreras universitarias terminadas y una que empecé y no terminé, y todo esto mientras trabajaba (desde los quince años).

Sobre lo de darme a conocer... no he hecho nunca publicidad. La mejor publicidad ha sido haber hecho un buen trabajo, eso significaba que al siguiente año volvían a llamarte y que, además, te recomendaban a otras bibliotecas, teatros, cafés, colegios... el boca a boca es una excelente publicidad, pero claro, sólo funciona si tu trabajo funciona.

  • Me gustaría saber si es factible vivir de ello… Es decir, por curiosidad… ¿Cuánto gana?

Es posible vivir de ello, yo lo hago. Pero somos muy pocos en España, calculo que dependiendo de la época entre 50 o 100 personas (estamos dentro de la media europea de 2 cuentistas por millón de habitantes). Vivir de un oficio es también algo relativo: depende de cuánto necesitas para vivir. Yo no necesito mucho y, además, mi sueldo no es el único que entra en mi casa (eso es importante).

También es difícil decirte cuánto gano, porque hay meses como enero o febrero en los que gané 300 euros cada mes y meses como marzo en  el que gané 3000, eso depende de la época del año: hay meses con mucho trabajo y meses con menos (más o menos: medio año de mucho trabajo y medio año de muy poco trabajo).

Pero eso no es importante, porque cuando viajo menos (y gano menos) paso más tiempo en casa y me dedico a preparar nuevos cuentos (así pues, estoy trabajando), y necesito esos momentos de parón para poder alimentar mi garganta de nuevos cuentos.

  • ¿Hay muchos certámenes de Literatura oral en España o Internacionales? ¿Se presenta a alguno de ellos?

No entiendo muy bien eso de “certámenes”. Hay muchos festivales de narración oral (es algo chocante lo de literatura oral: literatura viene de letra -escrita- y oral es... oral) en España, creo que de todos los grandes festivales me faltan uno o dos a los que asistir como participante, pero claro, yo no me presento ni me postulo ni envío publicidad, yo espero a que llegue a sus oídos la noticia de mi trabajo y consideren invitarme a participar en el festival.

Sobre lo de los certámenes, hay una especie de certamen para narradores orales que dura todo un verano en un pueblo castellano-leonés pero suena más a tener cuentos casi gratis todo el verano que a un certamen serio en el que se elige a un cuentista como ganador.

  • ¿Hace cuántos años que trabaja en esto? ¿A dónde le llaman para contar cuentos?

Empecé a contar profesionalmente (es decir, cobrando por ello) en 1994, así pues llevo 17 años contando como profesional. Empecé contando por aquí cerca (mi primera biblioteca fue Azuqueca de Henares), luego por Albacete, más tarde por el resto de Castilla La Mancha y, con el paso de los años, empecé a contar por otras comunidades. Creo que sólo hay dos comunidades de España en las que no he contado: Baleares y la Ciudad Autónoma de Melilla.

También, desde hace unos cuantos años, salgo afuera a contar: he ido en varias ocasiones a México y a Portugal, también he estado contando en Perú, Panamá, Costa Rica, Bolivia, Paraguay, Chile, Guinea Ecuatorial y Francia. En marzo estuve contando en Bélgica (un festival increíble, Alden Bielsen) y este abril contaré en Túnez.

  • ¿A qué tipo de público van dirigidos sus relatos?

Yo cuento para todo tipo de público. Empecé contando en institutos, para jóvenes, luego amplié el repertorio para contar a adultos y, finalmente, después de unos años de mucho leer y formarme, empecé a contar para niños. Cuando uno vive de esto tiene que tener un repertorio amplio para todo tipo de público.

  • ¿Qué tipo de cuentos prefieren los chavales de hoy?

Supongo que cuando hablas de los chavales te refieres a los jóvenes como vosotras. Os interesan el mismo tipo de cuentos que a mí cuando tenía vuestra edad y que a los jóvenes de hace treinta años... no hemos cambiado tanto: los centros de interés son los mismos. Fundamentalmente cuentos de humor, cuentos de miedo y cuentos picantes. En las sesiones con jóvenes yo cuento cuentos que aparecen en libros de los siglos XIII, XIV... lo dicho, no hemos cambiado tanto.

  • ¿Nos puede decir cómo es el proceso? Es decir, tienes un texto escrito, lo debes comunicar y quieres que los demás perciban ciertas cosas, entonces añades, quitas… ¿Qué recursos usas?

La verdad es que ese proceso es bastante complejo. Cuando yo empezaba con esto de contar cuentos tardaba mucho en “oralizar” (así es como lo llamamos) un cuento, la clave es pasar un texto que habitualmente habita en territorios de escritura a la tierra oral: las estrategias y recursos que se utilizan oralmente son diferentes a los que se utilizan cuando se escribe. Si no haces bien este trabajo cuando cuentas el cuento suena artificioso, lleno de aristas y ángulos. Suena falso.

Como te decía, al principio tardaba mucho en oralizar los textos. Pero con el paso de los años he ido adquiriendo habilidad y ahora me resulta muy sencillo.

El proceso consiste en, más o menos (es algo más complicado), descubrir y aprender los puntos imprescindibles del cuento, fijando la estructura interna del mismo (en tu memoria), para que la palabra pueda ir deslizándose libre siempre alrededor de ese mapa y sin pasar por alto esos puntos (que son la base del cuento). Lo que yo memorizo es la estructura interna, no el ropaje de palabras, las palabras con las que cuento el cuento siempre son distintas y varían en función de muchos elementos, por ejemplo, el público que escucha.

Por eso un cuento es diferente cada vez que se cuenta, y eso es una gran diferencia con respecto a los monólogos, que como guiones teatrales que son, son siempre iguales y no contemplan el humor contextual ni la libertad de palabra. Una sesión de cuentos de humor es más divertida que un monólogo, y más cercana, porque el cuento se apoya completamente en el público, el monólogo sólo lo necesita para reafirmarse.

  • ¿Cómo ha evolucionado tu técnica?

Me gustaría pensar que a mejor. Sigo teniendo algo de aquel narrador ingenuo que era hace 17 años, pero he mejorado algunos recursos que ya apuntaba entonces: conozco mucho mejor los cuentos y el momento en el que se cuentan; he desarrollado mi intuición con el público y los cuentos que creo que le interesarán; sigo teniendo una buena agilidad para la improvisación y el humor contextual; me siento muy cómodo en el pequeño, íntimo, espacio de libertad en el que suceden los cuentos y, sobre todo, me siento muy seguro del poder de los cuentos y de la fuerza de la palabra. Creo que todo esto se refleja en mi trabajo diario. Soy un narrador con tablas que sigue soñando.

  • De todas las historias que has contado, ¿Cuál ha sido la más gratificante?

Ufff, difícil, muy difícil. Hay algunas historias que me acompañan desde hace muchos años, son viejas historias que a veces asoman y aparecen en una sesión tras muchos años sin ser contadas. Hay una que sí me resulta muy especial: La ola y la ráfaga, la primera historia que conté en público y que ha tenido, sin duda, gran parte de culpa de que yo esté dedicándome a este oficio.

  • ¿Siempre tienes algo que contar?

No, claro. Me gusta también mucho escuchar. Y estar en silencio. Pero cuando estoy trabajando sí, sí tengo siempre algo que contar. Al menos hasta el día de hoy.

  • ¿Qué te gustaría contar, en general?

Hay algún proyecto que no termina de cuajar, quizás porque todavía no es el momento. Pero me gustaría contar algo potente y muy largo, a ser posible, clásico. Acaricio la idea de contar Tristán e Iseo, por ejemplo, o La Odisea. Sería maravilloso, pero necesito mucho tiempo para preparar algo así, y mucha concentración. Seguro que más adelante acabaré por hacerlo.

Otra cosa que me tienta mucho sería contar la guerra civil española, de hecho empecé a investigar y a preparar materiales... pero otra vez la falta de tiempo me hizo parar.

Ahora, cuéntanos sobre ti:

  • Una reflexión importante, por ejemplo, sobre la educación de los jóvenes.

Es difícil eso de hablar de “los jóvenes”, como si fuerais todos iguales. Creo que vuestra generación está viviendo una revolución salvaje con internet y las redes sociales y los chat... pero también creo que no debéis dejar de preservar espacios para vivir (la vida real), la de mirarse a los ojos, charlar, reír, compartir, anhelar... y sobre todo creo que no debéis dejar de mirar más allá del momento, hay objetivos que sólo se consiguen a largo plazo y precisan de trabajo, empeño, tesón, esfuerzo, estudio...

  • ¿Por qué crees que es importante leer? ¿Cómo leer?

Yo leo porque me da placer, me alimenta, me ilumina, me emociona, me entretiene, me hace soñar... leer para mí es una experiencia vital muy profunda. Me gusta la hondura de la lectura, la encuentro mucho más sabrosa que tantos destellos hueros y tanta letra vana y superficial que, cada día más, encuentro a mi alrededor (en internet, en televisión...).

  • Si tuvieras que contarle un cuento a un “joven de hoy en día”, de 14-15 años, ¿Qué moraleja tendría el relato?

Todos los cuentos llevan su carga de profundidad, todos dicen algo. Pero ya no llevan moraleja. La moraleja consistía en sacar fuera del cuento lo que el cuento quería decir por si no lo habías entendido, como si quien lo leía o lo escuchaba fuera tonto. Si yo contara un cuento a un joven de 14-15 años no le diría ninguna moraleja, preferiría dejar que el cuento hiciera su trabajo y que el muchacho sacara sus propias conclusiones.

Un saludo

Pep Bruno

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