Sobre estos apuntesFichas de oralidad / Una historia de la narración oral / La figura del narrador oral 

 

 

Como vimos en el epígrafe anterior, en los años 80 del pasado siglo van surgiendo (y consolidándose) espacios para el cuento contado (la escuela, la biblioteca) y aparecen también los pioneros, personas que compatibilizan su trabajo en otros ámbitos con el de contar cuentos y que, poco a poco, van dedicando más tiempo a contar y menos a otras tareas hasta que llega el momento en el que surgen los primeros profesionales narradores.

Aun así la tarea es difícil: son escasos los lugares para contar y la idea de que alguien cobre dinero por contar cuentos resulta, en muchos lugares, inaudita.

A pesar de todo los pioneros van abriendo sus propios caminos. 

Hasta que llega la década de los 90 y en ella se dan dos circunstancias que favorecerán la  expansión (y posterior consolidación) del oficio. Por un lado la aparición de festivales y grandes eventos de narración oral para todos los públicos y por otro la proliferación de talleres para la formación de narradores orales. 

 

Los talleres y los nuevos espacios.

En 1989 llegó a Madrid *Francisco Garzón Céspedes*, venía invitado por Juan Tamariz para impartir unas charlas sobre conversación escénica a magos. Él provenía del movimiento de narración oral de Cuba y había sido invitado al Festival Iberoamericano de Cádiz en ese mismo año. Cuando llega a España todo estaba preparado para que los narradores empezaran a contar. 

En Madrid impartió decenas de talleres a lo largo de la década de los 90, y de aquellos talleres surgieron decenas de narradores orales cercanos a su corriente artística: la Narración Oral Escénica (NOE a partir de ahora); importa y no poco señalar ese concepto de escénica aplicado a la narración oral, como veremos unas líneas más adelante. Con el paso de los años muchos de sus alumnos más significativos se fueron separando de su línea de trabajo y emprendieron la búsqueda de su propia voz narrativa. 

También en 1989 llega a España (a Alicante) Numancia Rojas, narradora chilena afincada en Venezuela, contemporánea de Francisco Garzón Céspedes, y que había empezado a contar de forma profesional bajo la influencia del narrador y estudioso Daniel Mato. Numancia Rojas comenzó a impartir talleres de narración oral y a promover espacios y eventos de narración, primero en Alicante y más adelante en Barcelona donde ha acabado abriendo una librería especializada en libros de cuentos y en narración oral: La casa de los cuentos.

Conviene también señalar aquí un taller celebrado en el curso 92-93 promovido por la Sala de Teatro Cuarta Pared, dirigido por Magda Labarga y Marissa Amado (Palique cuenteras), que duró todo un año (lunes y viernes) con 20 alumnos.

Con aquella proliferación de talleres sucedieron un par de cosas en los lugares donde se impartían, merece la pena que nos detengamos un momento para comentarlas:

  • Para empezar, surgieron bastantes grupos de narradores. Era muy común que un grupo de personas que había asistido a un mismo taller se reuniera para contar juntos, así surgieron grupos como CuantoCuento, Palique, Griot, GrupoBúho, etc. Para quien está empezando resulta más más fácil contar en grupo porque no hace falta preparar un extenso repertorio cada uno, con muchos pocos se hace un buen repertorio; además la suma de voces diversas da color a la sesión e igual que puede haber bajos también puede haber altos dentro del ritmo global de la sesión; en grupo la responsabilidad de la sesión no recae en una única persona, el grupo cuenta con más recursos; etc.
  • Para continuar, aparecieron nuevos espacios para contar cuentos, especialmente espacios de cuentos para adultos (detalle muy importante ya que el público adulto prácticamente hasta entonces no había sido tenido en cuenta en España), en su mayoría se trataba de pequeños café-teatros (el detalle antes señalado de Escénico implicó la búsqueda de espacios teatrales -en gran, mediano o pequeño formato- para contar). El primero de todos ellos (hablo ahora de Madrid) fue el Café Despertar (en 1991). Poco tiempo después (en octubre de 1992) se empiezan a programar cuentos en  Libertad 8 (a cargo de CuantoCuento, colectivo de 12 narradores en aquella época, de los que hoy quedan cuatro: Mercedes Carrión, Concha Real, Anselmo Sáinz y Yolanda Sáez, en la actualidad) y todavía, a día de hoy, hay espacio para los cuentos contados en el Café Libertad 8. Otros espacios surgieron (La travesía, La Manuela, La Flauta Mágica, La Palma, etc.) aunque con el paso de los años dejaron de programar cuentos.

En cuanto a la aparición de nuevos lugares para los cuentos me comentaba Victoria Gullón que esos años eran de gran efervescencia en Madrid y la necesidad de contar cuentos les hizo buscar sus propios espacios (a parte de los cafés), llegando incluso a instaurar un lugar habitual para los cuentos en el Parque del Retiro (todos los domingos por la tarde) y en la Casa de Campo (jueves por la noche), de julio a octubre, en los años 93 y 94 (puedes ver algún programa aquí y aquí). El éxito de la convocatoria, inicialmente espontánea y mantenida en todo momento por dos colectivos: Cuento Contigo (luego Kakatúa) y Círculo del Cuento Chino, fue tal que llegaron a salir varios artículos en prensa (El País) y, posteriormente, el Círculo de Bellas Artes invitó a los narradores a contar durante tres días (Caravana de Cuentos) en sus salones, con un importante éxito de público (y nueva reseña en El País).

*Aquí puedes leer cómo contaba en 1995 Mercedes Carrión esta ebullición de talleres y espacios para contar en Madrid*

Pero volvamos a *Francisco Garzón Céspedes* cuya idea iba más allá de los talleres, él quería tejer una red de festivales de narración oral que pudieran estar relacionados con los que ya funcionaban en Iberoamérica y que tenían una fuerte vinculación con él (y su movimiento de NOE). La oportunidad llegó enseguida.

 

Los festivales.

En 1989, dentro de la programación de la segunda edición del Festival del Sur, festival de teatro de los Tres Continentes que se celebraba (y se celebra) en Agüimes (Gran Canaria), y recomendado por el CELCIT, se encuentra *Francisco Garzón Céspedes* para participar en el teatro con un espectáculo de narración oral. Durante su estancia en Agüimes sugiere al director del mismo, Antonio Lozano, la posibilidad de crear un festival propio de narración oral (escénica). Este proyecto toma forma y en enero de 1991 se celebra el I Festival de Narración Oral "Cuenta con Agüimes", a la sazón, el primer festival de este tipo que se organiza en España. Hasta el año 2000 Francisco Garzón Céspedes dirigirá el festival, a partir de ese año el Festival de Narración Oral de Agüimes pasa a ser dirigido por Antonio Lozano (hasta la actualidad).

Por otro lado, en 1989, en el Festival Iberoamericano de Cádiz, *Francisco Garzón Céspedes* asistió para impartir un taller sobre NOE. A ese taller asistieron varios componentes de la compañía teatral La Carátula, de Elche (Antonio González, Cristina Maciá y José Manuel Garzón). En ese encuentro se fraguó el Festival Internacional de la Oralidad de Elche, cuya primera edición se celebró en 1991, y cuya dirección artística, en los tres primeros años, corrió a cargo del propio Francisco Garzón Céspedes.

Estos fueron los dos primeros festivales de narración oral que se celebraron en España. Francisco Garzón Céspedes siguió promoviendo festivales (Contar con Madrid, también en 1991, pero que ya no se celebra) y siguió impulsando la participación de la narración oral en ámbitos escénicos (como en el primer BITA de Cuenca, en 1996).

Desde esos primeros festivales hay (y ha habido) muchos otros. *Puedes consultar la lista de festivales de narración oral más representativos que se celebran actualmente*.

 

El Maratón de los Cuentos de Guadalajara.

En 1992, siendo *Blanca Calvo* la alcaldesa de la ciudad de Guadalajara y la directora de la Biblioteca Pública del Estado en dicha ciudad, se celebró el primer *Maratón de los Cuentos de Guadalajara*, su duración fue de 24 horas ininterrumpidas. La idea, gestada por *Estrella Ortiz*, cuentista, Eva Ortiz, bibliotecaria, y la misma *Blanca Calvo*, se hizo palabra y desde entonces pasó a ser un referente imprescindible en el mundo de la narración oral (más sobre los inicios del maratón, aquí). 

Desde ese año hasta la actualidad el SLIJGu y la Biblioteca Pública del Estado en Guadalajara han organizado (el segundo o tercer final de semana de junio) el *Maratón de los Cuentos de Guadalajara* (puedes leer *cómo cuenta Blanca Calvo los inicios del Maratón aquí*)

Esta actividad nace como fruto del trabajo alrededor del cuento (y el cuento contado) y en el ámbito de la animación a la lectura desarrollado por el SLIJGu (como hemos comentado en este epígrafe) en escuelas y bibliotecas. 

El Maratón de los Cuentos comienza siendo una fiesta de la palabra, una celebración del cuento contado. Pero también pasa a ser enseguida un faro al que encaminarán sus pasos mucha gente vinculada al cuento, entre ellos narradores orales que contaban o empezaban a contar por toda España y que desconocían la labor (y muchas veces la existencia) de otros narradores. Quizás sea necesario recordar que este es un trabajo, en general, muy solitario, y que no son muchos los que hacen de contar cuentos su oficio, a este respecto todavía hoy en día (julio de 2011) en España nos encontramos por debajo de la media europea de narradores profesionales (que en Europa estaría, aproximadamente, alrededor de dos narradores por millón de habitantes).

Así pues, desde un principio, los efectos del *Maratón de los Cuentos de Guadalajara* son varios (puedes leer esta cuestión *con más detalle en esta ficha*):

  • Por un lado se revitaliza el cuento contado que pasa a ser el centro de una fiesta popular en la que acabará implicándose gran parte de la ciudad y que acabará teniendo fama internacional.
  • Por otro lado lado se da a conocer la actividad del cuento contado, todavía algo insólita a principios de los noventa del pasado siglo: la repercusión en los medios (incluso a nivel nacional) es notable.
  • Por otro sirve de punto de encuentro para muchos narradores dispersos que no provienen de grandes urbes o de talleres multitudinarios, narradores que en muchos casos llegan de ámbitos diversos y por itinerarios propios hasta el territorio de la palabra dicha. En el Maratón podrán conocerse y reconocerse, podrán asumir que son un colectivo y que su labor es parte de un oficio (más sobre este asunto, aquí).
  • También impulsa la demanda de los espectáculos de narración oral en bibliotecas y escuelas.

Al calor del *Maratón de los Cuentos de Guadalajara* y viendo la dificultad para encontrar narradores orales en todo el territorio, en 1996 el SLIJGu publica el primer Catálogo de narración oral, en el que se recogen a todos los narradores conocidos: pensemos que cuando en 1997 se intenta invitar a narradores de las 17 Comunidades del Estado al Maratón, hay varias comunidades en las que no hay narradores conocidos o, incluso, en las que no hay noticia de que se cuenten cuentos. En 1999 se publica una segunda edición del Catálogo y en 2002 una tercera. A partir de esta edición el Catálogo tendrá formato digital. Crear un Catálogo de narración oral en el que incluir un listado de cuentistas profesionales implicó también la elección de unos criterios que definieran esa profesionalización que diera entrada en el catálogo: críticas/reseñas, programas, tiempo contando, cursos y, sobre todo, asistencia a sus espectáculos.

También sucede que el tiempo de espera entre un Maratón y otro resultaba demasiado largo para los componentes del SLIJGu y el público de Guadalajara, por eso en febrero de 1994 nace la programación de *Los Viernes de los Cuentos*, que tuvo en sus inicios diversos formatos y espacios. Tienes más información sobre este ciclo de narración en su ficha.

Y por último, al calor del *Maratón de los Cuentos de Guadalajara* surgen *otros maratones de cuentos por toda España (y también por otros países)*.

 

Dos eventos significativos.

En esta década de los 90 hubo dos eventos significativos que nos pueden dar pistas sobre el auge que el cuento contado estaba teniendo, especialmente el primero: las Jornadas sobre Literatura Oral organizadas por *Jorge Riobóo* para la Asociación de Amigos del Libro, la puesta de largo del nuevo resurgir de la narración oral en España.

El 9 de febrero de 1995, la Asociación de Amigos del Libro celebró unas Jornadas en Madrid centradas en la narración oral. Asistieron entre otros *Montserrat del Amo*, *Ana Pelegrín*, *Antonio Rodríguez Almodóvar*, *Estrella Ortiz*, *Blanca Calvo*, el periodista *Jorge Riobóo*, etc. Este encuentro fue un aldabonazo para el oficio incipiente, la puesta de largo del cuento contado. La masiva asistencia fue una muestra más del gran interés que esta arte (y cada vez más, oficio) estaba suscitando. Las Jornadas tuvieron tres partes: una primera con varios cuentos contados por diversos narradores (que iban siendo ilustrados en directo por ilustradores), una segunda parte de debate sobre la literatura oral (a cargo de Montserrat del Amo, Blanca Calvo, Mercedes Carrión, Jaime García Padrino y Jorge Rioboo) y una tercera parte con más cuentos contados e ilustrados. Puedes ver el programa completo (con narradores e ilustradores) y la transcripción completa de la mesa de debate en el *dossier de las Jornadas de Literatura Oral de la OEPLI*, se trata de un material muy interesante por eso hemos decidido incorporarlo completo en este trabajo.

Me contaba *Estrella Ortiz* que los asistentes a esta Jornada de Literatura Oral tenían la sensación de estar participando en un evento histórico, un punto de inflexión en el renacimiento y consolidación del oficio de contar cuentos. Como así fue.

Por otro lado, en 1996, se celebraron en Bilbao las I Jornadas de Cuentacuentos, promovidas por el Ayuntamiento de Bilbao. El encuentro fue dirigido por Alfonso Saiz Valdivielso y coordinado por *Jorge Riobóo* y Ana García Castellano. Fue un encuentro al que asistieron 24 narradores para contar por toda la ciudad y para participar en mesas redondas y comunicaciones. Un primer intento de encuentro que no tuvo continuidad. Hubo que esperar hasta 2004 para que los *Encuentros de Narración Oral* resurgieran y se consolidaran.

Sale por primera vez (y en dos eventos muy significativos) en este estudio la figura de Jorge Riobóo, periodista cultural siempre interesado por la narración oral, que promovió y difundió la noticia del resurgimiento del cuento contado en todos los ámbitos en los que trabajó. Merece destacar el reportaje que hizo sobre el *Maratón de los Cuentos de Guadalajara* para el magazine cultural "La Mandrágora", que él dirigía, de La 2, y que podéis ver completo al pie de la ficha de *Jorge Riobóo*; casi con total seguridad este fue el primer reportaje largo (y de gran repercusión) que se hizo de un evento de narración oral tras unos primeros años de revitalización del oficio.

 

Un caso único.

En octubre de 1998 la bibliotecaria encargada de las tres bibliotecas municipales de Coslada argumentó la necesidad de contar en plantilla con una persona dedicada a la narración oral continuada, fue así como Mercedes Carrión fue contratada como personal laboral dentro de la plantilla del Ayuntamiento de Coslada. Entre sus horas de trabajo estaban incluidas las dedicadas a la búsqueda de repertorio, el ensayo de los cuentos y las sesiones de cuentos en bibliotecas. Es el único caso de narrador de plantilla en un ayuntamiento del que tenemos constancia.

La bibliotecaria quería revitalizar La hora del cuento y, a nivel económico, el argumento más interesante era que resultaba más barato tener a un narrador en plantilla que andar contratando a narradores continuamente. A nivel artístico ser el narrador de la casa conlleva algunos problemas y cuestiones interesantes sobre las que merece la pena reflexionar [más sobre los narradores de la casa aquí].

Valga este caso como ejemplo para comprender la expansión en esta década de los cuentos contados y su progresiva (re)implantación en bibliotecas y en otros espacios. [Una entrevista a Mercedes Carrión]

 

Narradores de otros países.

Un aspecto de relevante importancia en esta década de los 90 fue también la llegada a España de narradores orales profesionales que venían de otros países y que se quedaron en España a vivir y a trabajar. Muchos de ellos provenían de Iberoamérica donde el movimiento de la narración oral profesional, en algunos países, estaba bastante consolidado. Ya hablamos de *Francisco Garzón Céspedes* y de Numancia Rojas, a ellos se sumaron Soledad Felloza, Martha Escudero, José Campanari, Tim Bowley, etc.

La aportación de todos estos cuentistas fue muy importante, no solo porque sirvieron de modelos diferenciados para los narradores españoles, sino también porque enriquecieron la situación de la profesión sumando cuentos y voces narrativas con acentos y ritmos desconocidos hasta entonces. Además algunos de ellos también impartieron talleres de narración oral.

Es importante señalar que en esa década hubo también algunos casos de personas provenientes de otros países que comenzaron su andadura como narradores profesionales en España, incorporándose al movimiento general de revitalización del oficio y aportando también sus propias peculiaridades culturales. Como ejemplos valga citar a Boni Ofogo, Eliana ArredondoInongo-vi-Makomè y Yosi Hioki.

Una última cuestión sobre los narradores provenientes de otros países. Es también en esta década cuando comienzan a visitar España (para participar en *festivales*, *maratones*, etc.) narradores provenientes de otros países, principalmente de Iberoamérica (v.g. Ana Padovani) y, en menor medida, de Europa (v.g. Antonio Fontinha) y África (v.g. Marcelo Ngong). Su paso por España fue importante para la formación continuada de los narradores españoles, no tanto por la impartición de talleres sino más bien por servir de modelos para la reflexión sobre el acto narrativo: vernos en los otros y pensar sobre cómo cuentan los otros.

 

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En la década de los 90 del pasado siglo todo estaba preparado para que la narración oral se revitalizara. Muchos fueron los narradores que provenientes de talleres o de otros ámbitos (el teatro, la escuela, los talleres de animación a la lectura, la escritura, la animación sociocultural, etc.) acabaron contando cuentos (y haciendo de ello su oficio). El camino fue lento pero antes de acabar la década había ya un buen puñado de narradores profesionales contando en España.

Los distintos itinerarios personales, en muchos casos solitarios, y en otros muchos al calor de compañeros y talleres, dieron paso a diferentes voces narrativas y a diferentes estilos de contar: desde el estilo más cercano al teatro (con profusión de tramoya, vestuario, etc.) hasta el más depurado (pura sola palabra), desde el que contaba con objetos o haciendo malabares o con música o con cuadros, hasta el que apenas gesticulaba. Las diversas maneras de contar dieron color y riqueza a este oficio que estaba naciendo. 

También en esta década aparecen narradores que crean su propio repertorio, narradores orales que inventan sus propios textos para contar (más sobre este tema aquí), así pues a los dos habituales caminos para la conformación del repertorio (tradición y textos de autor) se añade esta nueva vía (la de la propia creación) que toma gran impulso y acabará por desembocar en la aparición de narradores orales que escriben y publican libros, profesionales que empezaron contando y a los que este oficio les llevó a escribir y, más tarde, a publicar (a diferencia de los escritores que acabaron contando).

De cualquier manera sobre todas estas cuestiones del narrador oral y las diferentes formas de contar y de adquirir el repertorio hablaremos más en profundidad en el epígrafe de *La figura del narrador oral*.

Cada vez más la biblioteca y la escuela demandaban actividades de narración oral: se consolidaron espacios y se fue asentando el trabajo. También hubo narradores que comenzaron a impartir cursos para profesorado y técnicos de animación a la lectura. En las comunidades bilingües pronto se vio que la narración oral podía ser un instrumento idóneo para la difusión y aprendizaje de lenguas.

 

Fuera de la escuela y la biblioteca aparecen nuevos lugares para contar cuentos: circuitos de narración oral que surgen en los 90 y que con el paso de los años se van consolidando (como el Circuito de Narración Oral del País Vasco); grandes festivales (como el Festival de Los Silos, en Tenerife, o el Festival de Narradores Orales de Segovia); pequeños cafés (como el Café La Luna, en Logroño, o el Harlem, en Barcelona, dos referentes imprescindibles fuera de los circuitos institucionales); maratones de cuentos; teatros que programan espectáculos de narración oral; etc. [Puedes encontrar información más detallada aquí: *Festivales de narración oral*, *Maratones de cuentos* y *Programaciones estables*]

 

Por otro lado, esta proliferación de espacios (sobre todo en grandes núcleos urbanos) y de talleres (para formar a narradores) tuvo también algunos aspectos negativos:

  • A veces sucedía que narradores con muy poco bagaje, o mal preparados (con apenas diez o doce horas de "taller") subían a un escenario a contar. Quizás si la flauta sonaba el espectáculo podía resultar bien, pero en muchos casos la sucesión de malas sesiones truncó espacios e hizo perder mucho público.
  • También sucedió que el rápido crecimiento (en número y en nivel de responsabilidad) de los nuevos narradores no era proporcional al desarrollo natural, al proceso de búsqueda de la propia voz y, sobre todo, a la reflexión sobre el trabajo que se estaba realizando, lo que implicó algunas carencias notables: poca atención a las cuestiones éticas del oficio, en especial a la búsqueda del propio repertorio y al respeto por el trabajo de otros narradores; dificultades para encontrar repertorio; inexistencia de la evaluación y reflexión sobre el propio trabajo; etc.

De cualquier manera y a pesar de estos detalles, la década de los 90 del pasado siglo fue, sin duda, la de la consolidación: consolidación de espacios para contar (y no sólo de grandes eventos, sino también de programaciones estables de largo aliento), de público para escuchar y de cuentistas. Cuentistas profesionales que dedicaban muchas horas a la búsqueda de nuevos repertorios y a la preparación de espectáculos de narración oral, avanzando cada vez de manera más firme y segura en el territorio de la tierra oral y de los cuentos contados. Interesa también señalar que el aumento de las oportunidades de contar implicó también el crecimiento personal de los narradores no solo desde la teoría sino también desde la práctica continuada; y es que es imprescindible para una buena formación la posibilidad de una práctica habitual del oficio, cosa que, hasta estos años, no resultaba sencillo. Cuentistas, en suma, que estaban formándose continuamente (práctica continuada, teoría, evaluación sobre el propio trabajo) y, sobre todo, compartiendo experiencias y reflexiones con otros compañeros de oficio.

 

 

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