[Entrevista realizada por el Gabinete de Prensa de Cultura Canaria tras haber ganado el IV Concurso Internacional de Álbum Ilustrado Biblioteca Insular-Cabildo de Gran Canaria con el texto Un loro en mi granja (escrito por mí) y con ilustraciones (maravillosas) de Lucie Müllerová]

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Háblame de tu propuesta que ha obtenido el premio. ¿Cómo se articula su historia y qué pretensiones tiene la misma?

El texto que escribí planteaba un juego entre lo que yo iba contando y lo que el lector podía ver, es decir, había una tensión entre lo que se leía y lo que las ilustraciones mostraban. Este desajuste es el verdadero motor de la acción, ya que página tras página uno va viendo que suceden cosas que no se dicen pero que tienen que encajar, de alguna manera, con la historia. Así pues, se activa la curiosidad del lector hasta la última página, donde todo queda queda explicado.

En realidad esta tensión entre texto e ilustraciones debe aparecer en todos los álbumes ilustrados, forma parte del lenguaje de este tipo de libros. Pero por las peculiaridades de Un loro en mi granja el diálogo texto-ilustración tenía que estar muy bien desarrollado, por eso Lucie y yo pasamos unas cuantas semanas discutiendo sobre las láminas y las distintas posibilidades que se podrían plantear (intercambiando emails ella en su perfecto inglés y yo en mi inglés de andar por casa) . Según pienso, un álbum ilustrado nunca es un proyecto unipersonal, yo no ilustro, por eso el ilustrador debe asumir como propio el proyecto (y yo ceder parte de mi autoría, claro), son dos voces y cuatro manos trabajando alrededor de una idea, lo que enriquece mucho la solitaria labor de escribir.

 

¿Cuáles son los elementos que a tu juicio nunca deben faltar a la hora de plantear una propuesta literaria infantil?

Pienso que a la hora de plantear cualquier propuesta (literaria o no, infantil o no), lo que nunca debe faltar es la honradez. Hay que ser honesto con tu trabajo, todo lo que hagas debe ser verdad, y debe hacerse de verdad: poniendo en ello todos tus recursos y esfuerzos. Dejando en ello parte de ti.

Hay gente que piensa que trabajar para un público infantil es como pertenecer a una categoría inferior de escritores, como si escribir para niños fuera algo que cualquiera pudiera hacer y lo importante de verdad es la gran literatura. Yo no comprendo esto. Hay libros para niños que están a la altura de los grandes clásicos de la literatura; pienso, por ejemplo, en Leo Lionni y su La casa más grande del mundo, o pienso en Arnold Lobel y su Saltamontes va de viaje. Para mí estos son libros de cabecera.

Yo escribo también para adultos y no tengo una actitud distinta cuando lo hago para unos o para otros, lo único que varían son los centros de interés de un lector u otro, exactamente igual que cuando cuento cuentos.

 

¿Qué valores te interesa transmitir con tus cuentos o textos?

Supongo que si examináramos cada cuento de manera separada apreciaríamos valores distintos entre unos y otros. Lo que sí se puede ver como un rasgo común a casi todos es el sentido del humor, pero sospecho que muchos no consideran el humor como un valor elevado.

En general en mis cuentos se ve como algo positivo la familia (la red social), el ámbito rural, el juego, y en casi todos ellos se puede apreciar algún homenaje a la tradición oral, ese tesoro maravilloso que nos ha acompañado durante generaciones y tenemos, en la actualidad, tan descuidado.

Sobre los otros valores: tolerancia, respeto, solidaridad, etc. de alguna manera están presentes transversalmente en todos mis textos. Sin ir más lejos en Un loro en mi granja se puede reflexionar sobre la tolerancia, sobre el respeto y sobre la capacidad de superación, la perfectibilidad del ser humano. Aunque de ningún modo pienso yo en estas cosas antes de ponerme a teclear. Esto sucede naturalmente porque si eres honrado con tu trabajo es lógico que tus cuentos piensen como tú y tengan tu misma escala de valores.

 

El imaginario del niño se ha ido transformando en los últimos años con la irrupción no sólo de los videojuegos, sino del cine y los nuevos soportes vinculados a su ocio. ¿De qué manera ha influido ese proceso cambiante en el trabajo del narrador infantil y cómo crees que debe asimilar la industria editorial su papel en el marco de esa realidad?

Desde luego en el ámbito de la narración oral ha influido mucho que los niños que acuden a nuestras sesiones pasen tanto tiempo frente a la tele o con el videojuego: son niños con muchas carencias, sobre todo de atención. A los niños les cuesta cada vez más centrarse, escuchar, saborear la palabra dicha, imaginar. Es tan palpable el cambio en estos últimos quince años que da vértigo, se siente uno a veces en una espiral que inexorablemente le arrastra hasta un pozo oscuro.

No creo que la solución sea que las editoriales hagan vídeo-libros ni cosas así, pienso que resolver esto será sólo posible si todos los agentes que estamos alrededor del niño tomamos conciencia de la gravedad del asunto: los padres deben controlar más el consumo de televisión, se deben contar muchos más cuentos en casa, se deben compartir muchas más lecturas; pero también en la escuela se abusa cada vez más de las proyecciones audiovisuales: sólo hace falta que caigan cuatro gotas para que los niños pasen todo el recreo sentados frente a una pantalla viendo la televisión. Es tremendo.

Mientras tanto, las editoriales tienen que seguir esforzándose por ofrecer libros de calidad para este público. Esa es su parte de responsabilidad. Ver el libro sólo como un objeto de consumo es un error, el libro es más que mera mercancía. Por eso no entiendo que se publique tanto y que de toda esa ingente producción sólo un porcentaje muy bajo sea bueno, necesario, o llegue a la categoría de "imprescindible para ser feliz".

 

¿Qué tanto por ciento de importancia otorgas al texto en un álbum ilustrado? ¿Puede entenderse una propuesta de creación sin la otra?

Yo soy escritor, es lógico entonces que piense que el texto es importante, al menos como semilla desde la que germina un proyecto común. A partir del texto autor e ilustrador desarrollan el álbum, pero (y cada vez más) yo ya incluyo en el texto una gran cantidad de notas para la ilustración, digamos que escribo visualizando el cuento, sus distintas láminas; es la misma estrategia que utilizo cuando preparo cuentos para contar ante el público: hasta que no visualizo el cuento no está preparado para contar.

Pero incluso así, en un proyecto como este con tantas notas para las ilustraciones, Lucie aporta su propia visión y suma, ya lo creo que suma, enriqueciendo mucho el texto inicial.

Puede suceder que haya un proyecto que inicialmente tenía mucho texto y según se va desarrollando como álbum ese texto se va adelgazando hasta quedar en la esencia. Incluso a veces hay álbumes en los que el texto ha desaparecido y sólo quedan las ilustraciones. Hasta en esos álbumes el texto es importante, está implícito en la ilustración, es el punto de partida de ese libro.

 

Desde tu experiencia personal como narrador oral imagino que otorgas un valor esencial a la palabra y su sonido. Estamos acostumbrados a leer sin oírnos, a no pronunciar el sonido de las palabras perdiéndonos lamentablemente su utilidad sensorial.

En mi casa seguimos leyendo mucho en voz alta, es un placer estar los cuatro juntos escuchando mientras alguno de nosotros lee. Mis hijos podrían pasar horas así.

A leer se aprende por las orejas, la voz activa la imaginación y el sabor de cada palabra puede conservarse en la memoria mucho mucho tiempo. Es una verdadera lástima que la única voz que se oiga en muchas casas es la estridente voz de la televisión, una voz sin alma, una voz que no sabe a nada, que no huele a pan recién hecho.

Hacer de la lectura un placer común-comunitario es algo que requiere tiempo,tiempo compartido, tiempo que en verdad se hace oro. Lo mejor de contar y escuchar cuentos, de leer en voz alta, es que compartes un tramo de vida con quienes están contigo,

 

Elvira Lindo se quejaba hace unos meses que la lectura, que requiere paciencia y no reporta una gratificación inmediata, no encaja con la educación de muchos jóvenes. ¿Está de acuerdo con esta reflexión?

Completamente. Si lo que se valora es el éxito rápido la lectura no cabe ahí. Pienso que lo verdaderamente gratificante tarda en llegar, implica perseverancia y tesón, la lentitud y la vehemencia son dos valores marginales hoy en día. Una lástima. De hecho yo tengo una máxima vital:despacio las cosas siempre dan más gusto. Y suele funcionar.

La lectura es un río caudaloso y lento que va llenando el alma de sedimentos, de tierra rica y variada. Sólo en esa tierra puede germinar un bosque hermoso y vivo. Lo demás son desiertos y eriales siempre necesitados de agua.

 

Has trabajado con Müllerová en otros proyectos. ¿Qué destacas de su propuesta y en dónde crees que radica el complemento con tus textos?

Un loro en mi granja es el tercer álbumo que hacemos juntos. El primero fue La noche de los cambios, bellamente editado por OQO, el segundo fue Un lugar donde ser feliz, que pronto saldrá a las librerías de la mano de una novísima editorial llamada M1C (mil y un cuentos).

Lo interesante de Lucie es la búsqueda por dar con el estilo preciso para ilustrar ese texto que tiene delante. Hay una búsqueda continua, lo que implica una evolución de su estilo. De hecho uno puede reconocer a la Lucie de La noche de los cambios en el segundo álbum, pero no en Un loro en mi granja, donde el cambio es radical.

Además Lucie asume como propio el proyecto común y nos hemos entendido perfectamente a la hora de poner en marcha este último libro. Ha sido en verdad un trabajo a cuatro manos.

También ella impregna con su propio universo los cuentos, por ejemplo, en La noche de los cambios recuerdo que me sorprendió mucho todos los detalles que aparecen sobre papel plegado, me gustó. En Un loro en mi granja la apuesta de Lucie fue utilizar unos colores concretos, básicos, desarrollar un estilo diferente y crear un álbum más limpio, donde el texto pudiera respirar y los planos de interpretación de las ilustraciones se multiplicaran.

 

¿Puedes avanzarme algunos proyectos de futuro?

Cuando se falló el premio estaba trabajando en cuatro textos. Uno ya muy avanzado del que te hablé antes, el que tengo también con Lucie, Un lugar donde ser feliz, en M1C.

Un segundo álbum en el que estamos trabajando ahora titulado La casa de mi abuela, que saldrá en OQO, mi editorial de referencia. El texto está ya desbrozado y he visto algunos bocetos de las ilustraciones, será mi primer cuento de miedo para niños.

Un tercer libro con algo más de texto para niños lectores, con ilustraciones de Rocío Martínez. Y un cuarto proyecto en Thule,en el que llevo trabajando meses.

Además de esto tengo entre manos un librito con ilustraciones de Mariona Cabassa y dos libros de cuentos para adultos. Como ves no me voy a aburrir en estos meses.

 

Cualquier otra consideración que se haya quedado al margen de este cuestionario y creas importante abordar.

Para terminar me gustaría decir que me alegro mucho de que Un loro en mi granja haya sido premiado precisamente en el Concurso Internacional de Álbum Ilustrado de Canarias, porque después de nueve años ininterrumpidos viniendo a estas islas a trabajar me siento muy vinculado a ellas. De hecho creo que he recuperado mi necesidad de ver/sentir/escuchar el mar desde que vengo aquí. Yo nací frente al mar y vivo en el corazón de la Península , avivar mi necesidad de rumor de olas me ha hecho sentirme como un lobo de mar varado en tierra firme, ¿qué quiero decir con esto? quien lea Un loro en mi granja lo entenderá.

 

Muchas gracias