[Artículo publicado en Tragaluz. Guía bimensual del ocio y la cultura de Guadalajara, nº22, jun-ago 2008, p. 2]

 

Pep Bruno

 

Un año más llega el Maratón de Guadalajara dispuesto a llenar las calles y los corazones de cuentos (este año de África). Qué osadía, corriendo los tiempos que corren, dedicar tres días a una fiesta de la palabra dicha, o es que estamos locos en esta ciudad o es que somos unos valientes. O las dos cosas, claro.

Ya van unos cuantos años de cuentos. Hay muchas generaciones de guadalajareños que no conciben la vida sin el Maratón. Pero no solo. Hay mucha gente que en estos años ha contado o escuchado cuentos, con lo que esto significa de entrega generosa de tiempo para los demás, de alborozo en comunidad, de fiesta de todos y cada uno.

Sin lugar a dudas uno de los grandes beneficiarios de este evento es el cuento. En nuestra Biblioteca Pública del Estado los cuentos viven, están vivos, corren por las estanterías y las manos, las mesas y los bolsos, las casas y las escuelas. Pero no solo. También los viejos cuentos tradicionales de nuestra provincia están fortalecidos y vitaminados y vuelven a correr por bocas y orejas. Los cuentos que han convivido con generaciones de guadalajareños son más que meras historias, forman parte de nuestra memoria y nuestra cultura. Y estos cuentos “de toda la vida” han encontrado, recientemente, un lugar en las estanterías porque se ha publicado, por primera vez, una recopilación de cuentos tradicionales de la provincia de Guadalajara titulada La mujer del pez (ed. Palabras del Candil).

Ha sido la profesora de la Universidad de Alcalá, Eulalia Castellote, muy vinculada a esta provincia, quien comenzara allá por los años setenta a recoger cuentos tradicionales por las tierras y pueblos de Guadalajara. Más tarde otro profesor de la misma universidad, José Manuel Pedrosa, ayudado por sus alumnos alcarreños, completó la colección de cuentos (hasta llegar a un total de noventa y seis textos). Y es en este 2008, casi treinta años después de la recogida del primer cuento, cuando el libro ha visto la luz.

Uno no puede por menos que felicitarse porque el Maratón de los Cuentos no solo sea una fiesta de un final de semana sino que, poco a poco, se vaya convirtiendo en una forma de ver y entender los cuentos , nuestros cuentos, esos cuentos que nos dan tanto sin pedir nada, esos cuentos que nos han acompañado durante siglos, esos cuentos que, en definitiva, nos hacen más humanos.

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