[El Decano de Guadalajara, junio 2004]

 

Pep Bruno

 

No recuerdo quién fue el que dijo que Guadalajara era La Meca de los cuentistas. Seguro que se trataba de un compañero de oficio, de un cuentacuentos, un cuentista, un profesional de la narración oral, que en cuestiones terminológicas todavía no lo tenemos claro del todo.

A quien sí recuerdo afirmando con vehemencia que estamos inventando un oficio es a José Campanari. Y a Quico a su lado quitando paja al asunto. Y a Carles tratando de organizarnos para asociarnos, o colegiarnos, o agruparnos... o lo que sea-arnos.

Y todas estas preocupaciones, estas disquisiciones, vienen sucediendo desde hace años en Guadalajara, durante el Maratón de los Cuentos. Será normal. No hay otro encuentro, festival o evento en el que nos reunamos tantos colegas.

Porque seamos sinceros, esto de contar tiene algo de arte. Pero sigamos siendo sinceros, esto de contar también tiene mucho de oficio. Y si no échense unos cuantos vistazos a libros y manuales, desde el Pues Señor o como contar cuentos a los niños que escribió Elena Fortún (¿recuerdan a Celia?) antes de la Guerra Civil, hasta  el último libro publicado sobre el tema, Contar con los cuentos de la alcarreña Estrella Ortiz (si Guadalajara tiene algo de Meca, este libro tiene algo de Biblia), libro que precisamente vio la luz bajo las faldas de un Maratón.

A qué viene tanto historia sobre el oficio de cuentista, se preguntará alguno. Pues todo esto es para decir que Guadalajara, entre otras muchas cosas, ha conseguido crear conciencia de oficio, ha suscitado entre nosotros la idea de colectivo, de grupo, de gremio. Somos artesanos de la palabra, somos zurrones de cuentos andantes, somos huchas de letras, somos lengua insaciada, somos gesto y ojo, somos oreja. Somos aire.

Pero también somos trabajadores de un peculiar gremio. Acaso nuestro oficio sea más antiguo incluso que el que supuestamente se piensa más antiguo. Tal vez sean dos oficios hermanos. Somos al fin, trabajadores.

Y esto empezó a sonar en Guadalajara. Aquí tocamos a otros y otros nos tocaron, miramos a otros y otros nos miraron. Y así fue como nos conocimos, viéndonos en los otros. Viéndonos siendo otros. En este lugar nos hicimos conscientes de que éramos algo más que soñadores, algo más que juglares, algo más que soplos de aire.

En Guadalajara nos sentimos oficio.

El Maratón, amable como siempre, nos cedió espacios para la reflexión (conferencias sobre el oficio, encuentros, discusiones, debates...). Se organizó incluso el I Congreso Europeo de Narración Oral, y fue aquí, en Guadalajara. Toda una suerte para nosotros.

Más tarde se empezaron a ver otros pequeños movimientos en el oficio. Primero llegó la Asociación de Narradores Catalanes, con su web, su revista y su fuerte identidad de grupo. Después vinieron las Jornadas Madrid Cuenta para reflexionar sobre el arte de contar. Más tarde llegó la propuesta de narrantes y el chat de #cuentistas. Y finalmente ya se está preparando el I Encuentro Estatal de Cuentacuentos, Cuentistas y demás profesionales de la Narración Oral, en Cádiz, será en octubre. Puedes ver la información en www.cuentistas.info

Este es nuestro oficio, y lo hemos descubierto en Guadalajara, y es que aunque algunos ya contaban antes de la celebración de los Maratones, sólo aquí nos vimos pertenecientes a un gremio. Y eso, Guadalajara, Maratón, Biblioteca, Seminario, no creo que este oficio pueda olvidarlo nunca.

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