Marcelo Guerrero, narrador argentino afincado en Córdoba (Argentina), me hizo esta entrevista para su blog Cuentos en camino. Podéis leer directamente el post en el blog o leerla aquí debajo.

 

A veces las vueltas del camino se tornan realmente incomprensibles. Hace un tiempo atrás encontré en la web el trabajao de Pep Bruno, un cuentero y cuentista español; y al interesarme mucho su porpuesta le mandé una entrevista por correo. Pep me contestó enseguida, pero no la publicqué por comenzar a tener problemas con el blog, lo que desencadenó en la última modificicación estética y algunas cositas más. Y la entrevista ahí esperando. Entonces me entero de que pepe Viene A córdoa, en fechas complicadas para este servidor, pero automáticamente pensé: ¡la hacemos en vivo! Y otra vuelta más daba el andar: por una razón u otra no pudimos encontrarnos. La próxiam será, porque si uno no confía en "las próximas", más vale que deje de caminar. 
Que disfruten de estas palabras, con uestedes... ¡Entrevista a Pep Bruno!

 

¿Por qué cuenta cuentos Pep? ¿Es necesario que un cuentero se auto-realice esta pregunta? ¿Por qué?

Cuento cuentos porque tengo algo que contar y también porque hay quien está interesado en escucharme. Y con el paso de los años voy siendo consciente de que también cuento porque los cuentos son en la palabra dicha y sé que de este modo contribuyo a su pervivencia.
Cuento porque disfruto y siento que quien me escucha también lo hace.
Cuento porque no se me ocurre otra manera mejor de vivir los días.

 

Si la Real Academia Española te pidiera una definición de CUENTERO, lo más concisa y profunda posible, ¿qué responderías?

Cuentero es aquel que habita el cuento o, mejor aún, que es habitado por el cuento.
Personalmente prefiero el término cuentista, con más tradición en nuestra lengua y con ese paralelismo con el término artista. Pero la definición, en todo caso, sería la misma.

 

¿Qué consejos le darías a un cuentero para preparar su primer espectáculo escénico?

En primer lugar que se forme: ya sea en cursos, talleres, escuelas… ya sea leyendo teoría, ya sea reflexionando sobre el trabajo propio. También creo que es importante ver y escuchar a muchos otros narradores, desde una mirada crítica, como parte del proceso de aprendizaje.
Y una vez hecho esto pienso que es fundamental ser honesto: los cuentos exigen verdad. Verdad en lo que uno es y dice y cómo lo dice. Verdad en la búsqueda de la propia voz y del propio repertorio. Verdad en el acto de contar.
Hecho esto, que es tarea de cocina, una vez se encuentra uno en el escenario, es momento de compartir y, sobre todo, de disfrutar.

 

De un tiempo a esta parte han proliferado redes, asociaciones, grupos y demás formatos que intentan reunir, encontrar y proyectar a cuenteros regionales e internacionales. ¿Cuál es tu postura con respecto al espíritu y al funcionamiento de estos espacios? ¿Nos contás qué es AEDA?

Este oficio nuestro es bastante solitario, al menos aquí en España, salvo en grandes ciudades, es difícil encontrar a otros narradores cerca de donde tu vives y poder verte y charlar sobre cuestiones relativas al trabajo. En este sentido las redes virtuales (listas de distribución, facebook, linkedin...) e internet en general (webs, blogs, foros...) han servido para ir tendiendo puentes, afirmar relaciones y crear espacios de reflexión y encuentro. Pero seguimos necesitando de redes formales (además de las virtuales), es por eso que de unos años a esta parte han ido naciendo asociaciones (como AEDA, ANIN, MANO… en España: http://bit.ly/1hBOogE) y redes de asociaciones (como el FEST en Europa: http://www.fest-network.eu). Ojo, no confundir este asunto de las asociaciones y las redes con otras plataformas que buscan más el interés particular que el general (por ejemplo: http://bit.ly/1mAoPwo).
En este sentido AEDA fue la primera asociación de narradores orales profesionales de ámbito nacional. Gente que vivimos de contar cuentos y que compartimos cuestiones y problemáticas muy concretas: legalidad, fiscalidad, dignificación del oficio, visibilidad, etc. Tienes toda la información sobre esta asociación, objetivos, líneas de acción, etc., en su web: www.narracionoral.es

 

Hay un debate latente (al menos en Latinoamérica) en torno a las relaciones entre la narración oral y el teatro. ¿Cuál es tu reflexión sobre el tema?

La narración oral contemporánea y el teatro son disciplinas artísticas que comparten algunos elementos pero que difieren en muchos otros. Por ejemplo, es fantástico contar en un teatro: un espacio dispuesto para la cómoda escucha del público. Pero la narración ha de romper esa cuarta pared (de ahí que muchos narradores pidan luz de sala para contar) que tan precisa es para los actores, pues el narrador interactúa (y dialoga) con el público, esto es vital para el cuento, y sin embargo no tiene por qué serlo para el teatro. Otro ejemplo: el actor actúa, mientras que el narrador trabaja no tanto como un actor sino como un director de cine que estuviera contando una película que cada espectador iría visualizando en su “pequeño cine interior”, que diría Pepito Mateo.

 

¿Podés relatarnos alguna anécdota personal, que lleves como un tesoro, ligada a tu experiencia con el oficio de contar cuentos?

Los cuentos me han dado mucho y muy bueno: desde visitar lugares y países hermosos a conocer a personas maravillosas (narradores, público, entusiastas del cuento, estudiosos...). ¿Alguna anécdota? Recuerdo que un día en Guinea Ecuatorial un numeroso grupo de alumnos de secundaria me comentaron que estaban esperándome impacientes porque querían ver qué era eso de escuchar cuentos de día (la cultura Fang escucha y cuenta cuentos en las noches de luna llena, por esta razón a ellos les pareció una cosa de lo más insólita).
Una sesión de cuentos muy especial fue la que viví en Panamá con un grupo de niños de la calle que se quedaron completamente absortos oyendo cuentos durante algo más de una hora, eran niños muy violentos e intranquilos y parecía imposible que pudieran quedarse quietos escuchando; sin embargo, lo que en verdad sucedía es que tenían hambre de palabra dicha.
Por último te contaré que en dos ocasiones me ha ocurrido que dos cuentos que he inventado y contado durante una época de mi vida, años después, me han vuelto desde la boca de narradores espontáneos sin saber que ese cuento, originalmente, era mío. Como si de alguna manera esos dos cuentos siguieran vivos en otras gargantas y corazones y se asomaran por aquí a hacerme una visita.

 

Por último: el pasado año cumpliste “20 años de cuento” y, como dice el tango, veinte años no es nada… ¿Qué hay en el horizonte futuro de Pep?

Ojalá haya, al menos, otros veinte años como estos que he vivido abrazado al cuento: contando, escribiendo, reflexionando sobre mi oficio, leyendo... veinte o cuarenta años más. Ojalá.

Desde Córdoba, Argentina, ¡Muchas Gracias!

Gracias a ti. Un abrazo