Artículo publicado en la revista LEO, del colectivo de Librerías Independientes L. Gracias a los amigos de A Mano Cultura por pedirme que colaborara en este número. (23 de abril de 2015)

 

Señoras madres y señores padres, profesorado todo, amigos y amigas que lleváis a vuestras criaturas a escuchar cuentos a alguna biblioteca, centro cultural, librería, teatro, feria del libro, escuela, etc., el presente y breve artículo es para recordaros que los cuentistas no somos los encargados de enseñar a escuchar a vuestros hijos, alumnas, nietos... no, nosotros nos limitamos a contar cuentos para que quienes nos escuchan puedan disfrutar de una experiencia artística de oralidad, que suele implicar, entre otras cosas: visualizar lo dicho, emocionarse con las historias, reír con sus tramas y juegos de palabras, palpitar con el ritmo y la música de la prosodia y, sobre todo, compartir juntos un tiempo hondo e intensamente humano.

Por eso, admirados adultos que pensáis que es importante que vuestros vástagos o alumnado venga a escuchar cuentos, os recuerdo que es necesario que seáis vosotros, vosotras, quienes estéis pendientes de vuestras criaturas y veáis que están escuchando con atención y sin cansarse: y es que cada edad tiene un tiempo de escucha, tiempo que varía notablemente si han ejercitado o no con empeño el músculo de la atención. Porque igual que antes de correr un maratón es necesario hacer ejercicios y entrenar, antes de ir a escuchar cuentos es preciso ejercitarse en la escucha y la atención (cosa que en vez de sudores y calambres provoca gran placer). 

Y para ello aquí va una suave tabla de ejercicios que espero os resulten de interés.

  • LA CONSTANCIA. Esto de la escucha se labra con paciencia, se abona con cariño y se riega con la lluvia fina de la constancia. Todos los días un cuento contado o leído en voz alta en casa, en la escuela, es una buena dosis, pero si en vez de uno son dos o tres o más, no hay problema ninguno: la sobreexposición a los cuentos contados no tiene contraindicación ninguna.
  • EL LUGAR Y EL MOMENTO. Piensa en un lugar confortable, agradable, donde podáis estar cómodos y nada pueda interrumpiros, donde podáis desplegar con facilidad los paisajes, lugares, personajes... que la palabra dicha dibuje en vuestra imaginación. Y piensa también en un momento para tratar de dar una regularidad a esta fiesta de contar y escuchar cuentos: antes del baño, al irse a la cama, antes del recreo, en la biblioteca del colegio... Mima este tiempo, es canela fina.
  • LA TECNOLOGÍA. El uso y abuso de las nuevas tecnologías por parte de la infancia es uno de los elementos que hace que los niños y niñas tengan cada vez más déficit de atención, ¿de verdad es necesario que nuestros hijos se entretengan con pantallas interactivas? Permíteles tiempo de convivencia con otros niños, tiempo de calle, de juegos tradicionales... Mientras juegan están creciendo y habilitando los rudimentos de atención, memoria, psicomotricidad, oralidad, socialización, etc. Cuantas menos pantallas, mejor.
  • LA HISTORIA. Es importante que tengas una buena historia que contar: cuentos tradicionales, cuentos de autor, libros álbum, leyendas urbanas, historias de vida... dedica un tiempo a elegir buenas historias para contar (utiliza las guías de quienes saben, pregunta a los profesores o bibliotecarias, consulta webs especializadas, etc.). Es más: podéis ir juntos a la librería o a la biblioteca y dedicar el tiempo preciso para escoger una buena historia, es como cuando vas a comprar un buen producto que luego vas a cocinar y degustar en casa, casi ya desde el mercado vas despertando el apetito.
  • LA VERDAD. Pon toda la carne en el asador y cuenta de verdad el cuento, entrégate a la palabra dicha. Es muy fácil: si visualizas lo que vas contando entonces es porque de verdad lo estás contando. Y además si esto ocurre ten por cierto que tu pequeño auditorio también lo está viendo. Sé honesto, honesta, y empéñate de verdad en alimentar con historias a esta gente menuda que tanto quieres.

Hecho esto verás que poco a poco los niños, las niñas, irán ejercitando el músculo de la atención y cada vez será más placentero para ellos escuchar (tan importante para entender, para aprender, para conversar...) y, sobre todo, verás qué fiesta deliciosa será la próxima vez que nos encontremos alrededor de los cuentos contados.