Alberto Sebastián me hizo esta entrevista que salió publicada en el número 111 de la revista Peonza (febrero de 2015).

 

Desde su residencia en un pequeño pueblo de Guadalajara, Pep Bruno nos habla de contar, de escribir, de leer, de editar; todos sus oficios que son uno: la palabra. Nos habla de cuentos. De qué es contar, por qué es necesario el cuento contado, la palabra dicha, y por qué es necesario que conviva con las pantallas y los pen drive. Como es una persona muy versátil también sabe lo que es ser publicado y lo que es publicar a otros desde su pequeña editorial, Palabras del Candil. Pep comprende que las cosas grandes a veces son muy pequeñas.

 

Empecemos por tu faceta de narrador, cuentacuentos, cuentero…  ¿cómo te gusta más que te denominen?

Mi oficio es el de contar cuentos, para eso ya existe hace años una palabra en el DRAE: cuentista. Me gusta esta forma de llamar a lo que hago y, aunque para algunos es una palabra connotada, siempre es posible recuperar lo positivo del término, igual que sucedió con “payaso”. Hay otras muchas denominaciones de esta profesión: narrador oral, contador de historias, cuentero, cuentacuentos... todas tienen matices y orígenes diversos (y, ya que estamos, te las he puesto en mi orden de preferencia), pero yo me quedo con cuentista.

 

¿Cómo fueron tus comienzos en el oficio?

Empecé a contar porque vivo en Guadalajara, una ciudad que mima la palabra dicha y que disfruta con la narración oral. Yo escribía cuentos para concursos literarios y un viernes fui con mi pareja a una actividad que se iniciaba (hace de esto veinte años) y que se denominó “El viernes de los cuentos”: cada quince días la biblioteca abría sus puertas a las once de la noche, los que asistían se sentaban alrededor de una queimada y quien quería contaba mientras el resto escuchaba cuentos. En aquel primer viernes, sin esperarlo, sin quererlo, sin pensarlo, acabé contando un cuento que había escrito por la mañana. Y ese fue el primer paso de este camino que me ha traído hasta aquí.

 

¿Consideras que a lo largo de los años has evolucionado como narrador? ¿En qué sentido?

Sí, claro, he cambiado como persona es imposible no haber cambiado como narrador. El proceso de búsqueda de la propia voz no termina nunca, es continuo, así pues, a pesar de tener un estilo que podríamos definir como propio desde los primeros cuentos, he ido cambiando: a veces de forma consciente y otras veces de manera inconsciente. Cambiando, puliendo, jugando, buscando...

Pero no solo es un asunto de voz y estilo narrador, ha habido cambios en muchos otros ámbitos dentro de este ser cuentista, por poner un ejemplo: durante los diez primeros años como narrador mi repertorio para adultos estaba formado casi exclusivamente por textos propios y, en la actualidad, mi repertorio para adultos está formado, en su gran mayoría, por cuentos tradicionales. Esto es un cambio muy importante para quien cuenta cuentos.

A todo esto habría que sumar las tablas que dan veinte años contando: te van dando recursos que echas en la mochila del cuentista.

 

¿Cómo consideras el panorama actual de la narración oral en nuestro país? 

Contar cuentos es un oficio frágil y, a pesar de su larga tradición, un oficio recién llegado (apenas 30 años). Sin embargo también es una disciplina artística bastante versátil y adaptable. Dicho esto creo que la narración oral como oficio sigue en un proceso de afianzamiento y consolidación, a pesar de las dificultades que conlleva ser tan pocos y estar tan dispersos, y de otras cuestiones que son también muy relevantes: el desconocimiento de lo que hacemos, la poca valoración que se tiene en general de la narración oral, la necesidad de encontrar más espacios para el desarrollo de este oficio, etc.

Si a todo esto, además, le sumamos que vivimos unos tiempos aciagos en los que la cultura es considerada mero entretenimiento (¡por quienes nos gobiernan!), que nos gravan con un 21% de IVA y un 21% de IRPF (es decir, un 42% de cada factura que emitimos), que tenemos que pagar casi 300 euros cada mes (haya o no trabajo) para seguir cotizando como autónomos, que los contratadores habituales de nuestro trabajo han sido recortados hasta tocar hueso (presupuesto cero para bibliotecas desde hace años en Castilla La Mancha, por ejemplo), que los gastos habituales de nuestra actividad se siguen incrementando (coste de la gasolina, alojamiento, comidas) pero no podemos reflejar eso en los cachés porque nos dicen que no hay dinero... Cuando todo el colectivo de la cultura sufre esta situación, la narración oral, que es por muchos considerada como la hermana pequeña de la familia, sufre doblemente.

 

¿Crees que  el oficio de contar historias de viva voz, como te gusta decir a ti, goza de suficiente consideración? ¿Por qué crees que es así?

Mi experiencia es que quien ha visto un buen espectáculo de narración oral lo valora muy positivamente y suele repetir. Hay lugares como Guadalajara con un público fiel desde hace años. Y no hablo sólo espacios vinculados a lo público, por ejemplo en el Café La Luna, de Logroño, llevan veinte años programando cuentos para adultos: es uno de los mejores sitios que conozco para contar.

Hay varios problemas relacionados con esto de la consideración: por un lado la creencia de que los cuentos son “sólo” para niños, como si lo que pudiéramos tildar de infantil significara de peor calidad o que “cualquier cosa vale, como son tontos”. Por otro lado mucha gente no sabe, porque no ha asistido como público, qué es un espectáculo de narración oral, por lo tanto más que tener una buena o baja consideración, no tiene ninguna (o se elabora una completamente ficticia). También nos encontramos casos de público que asistió a un espectáculo de narración fallido y ya generalizó como si todo fuera lo mismo, y nunca más volvió.

En este sentido son necesarios programadores exigentes que hagan una buena programación y permitan que la lluvia fina de la palabra dicha cale: sí, sobre todo hacen falta espacios en los que se programe habitualmente cuentos contados y que se preocupen por lograr una buena difusión y traer espectáculos de buena calidad.

Igualmente son necesarios periodistas que escriban completas crónicas y argumentadas críticas de espectáculos de narración: eso nos daría más visibilidad y ayudaría a formar al público y también a los cuentistas. 

 

Por lo que conoces de la situación de la Narración oral en otros países: ¿cuáles son las diferencias que encuentras entre nuestro país y otros de nuestro entorno o de América?

En general la narración oral está más y mejor considerada en otros países de Europa como Francia, Bélgica, Gran Bretaña, Suecia, Italia... esto puede deberse a que muchos de estos narradores se sienten herederos de una tradición oral común, cosa que no percibo en España. Aun así estamos en una media de narradores profesionales que podríamos considerar semejante al resto de países de Europa (salvo Francia), hablo de unos dos narradores profesionales por millón de habitantes. Digo que salvo Francia donde las políticas culturales y el prestigio de las bellas artes (y la narración oral es, oficialmente en ese país, una de ellas) han permitido un desarrollo mayor y de gran calidad, habiendo asociaciones, centros estables de formación y reflexión, festivales, publicaciones, teatros especializados... por eso no ha de extrañarnos que en Francia la media sea de diez narradores profesionales por millón de habitantes.

En cuanto a América, llevo casi diez años sin ir a contar por allí (vuelvo a Chile y Argentina en los próximos meses, crisis obliga) y creo que el panorama ha cambiado bastante. Cuando estuve en Panamá, por ejemplo, no había gente contando de manera profesional, ahora sí que hay. Y en otros países como Colombia, Argentina, México, Cuba, Chile... la palabra dicha tiene gran prestigio, cuenta con grandes festivales, muchos espacios de narración, muchos narradores profesionales, etc.

 

¿Crees que los cuentos tradicionales mantienen algún tipo de vigencia en los tiempos actuales? 

Creo que los cuentos tradicionales están y estarán siempre vigentes en todos los tiempos. Otra cosa es que en este tiempo presente la gente sea, seamos, más o menos conscientes de su importancia. Volviendo a tu pregunta: actual es lo que existe y tiene presencia en el día a día del ser humano y los cuentos tradicionales parecen ocupar cada menos tiempo en la vida de las personas. Sorprende este avanzar hacia adelante dejando atrás un camino lleno de tesoros, sin apenas valorar si lo que dejamos es bueno o malo y si hacia donde vamos es mejor o peor.

Creo que debemos bregar por recuperar espacios y tiempos en el vivir cotidiano para los cuentos tradicionales y la palabra dicha. Son muchas las dificultades a las que nos enfrentaremos, pero eso no significa que no haya que insistir. Hay mucha competencia (videojuegos, ordenadores, teléfonos móviles, pantallas...), pero los niños necesitan vivir una infancia plena de calles que correr, árboles a los que subir, tierra en la que hacer guás y cuentos, muchos cuentos, para dar color a los sueños. 

 

¿Cuál es tu opinión sobre la lectura y los cuentos ante el estallido de las nuevas tecnologías? 

Soy una persona que usa mucho las nuevas tecnologías, tanto para trabajar como para ocio, pero también pertenezco a una generación que ha hecho mucha gimnasia lectora antes de la llegada de la velocidad de las pantallas. Creo que la lectura en pantallas es mucho más dispersa y fugaz, hablo de dispositivos que no son exclusivamente eBook. Nosotros mismos, habituados a una lectura más sosegada, acostumbrados a la calma y el silencio de la lectura profunda, cuando estamos frente a la pantalla acuamos de manera muy diferente: esto que llaman multitareas y que no es otra cosa que atender a veinte cosas al mismo tiempo: el email, el féisbuc, el blog, lo que escribes, lo que lees, las notificaciones que llegan... no paras de abrir y cerrar ventanas, responder a unos, escribir a otros, seguir con el artículo del que apenas habías escrito dos líneas... Por eso creo que es importante que antes de zambullirse en este ámbito de la velocidad y la dispersión los niños hagan mucha lectura en calma, sin prisa, y de este modo habiliten la lectura profunda, crítica, reflexiva, un tipo de lectura que precisa de otra disposición frente al texto. Si no sucede esto puede ocurrir que muchos de los que ahora son niños no lleguen nunca a este tipo de lectura por la sencilla razón de que no saben que existe, que es posible.

 

Enredados cada día más en la tela de araña de móviles, tabletas, plays, nuestros niños parecen no tener tiempo para otras actividades como el juego en la calle o hacer amigos. ¿No existe una gran dejación por parte de los padres respecto del uso que sus hijos hacen de las pantallas?

Sí, ya te comenté antes que ando bastante preocupado por esta cuestión. Cada vez más pronto y de manera más desatendida, los niños reciben tabletas interactivas para el ocio. Es habitual ver niños en sillitas de bebé jugando con los teléfonos de sus padres para “no molestar” mientras ellos se toman una cerveza, o niños que entran al segundo ciclo de Educación Infantil (con tres años) con muchas horas a cuestas frente a la soledad de la tableta. Soy bastante radical en este asunto: hasta los doce años no creo que los menores deban tener acceso o contacto con este tipo de dispositivos, ni siquiera precisan pasar horas delante de la tele. Creo que los niños necesitan vivir y disfrutar la infancia, ya se hartarán de pantallas. Y sí, los niños son los que padecen esta situación, pero los culpables de que esto suceda son los padres, esta es una clara dejación de responsabilidades que tampoco entiendo muy bien: no hace falta estar todo el día atento al niño, éste precisa jugar, descubrir, aburrirse (el aburrimiento es siempre un buen punto de partida). 

 

¿Deberíamos plantearnos la educación tecnológica y digital de nuestros niños y alumnos? ¿A partir de qué premisas?

Creo que es importante educar de manera integral. Y de hecho ya lo hacemos con nuestro ejemplo. Si somos padres todo el día pegados al móvil o a la tele, eso es lo que viven y aprenden nuestros hijos. Si por el contrario compartimos tiempos y espacios (de lectura, de televisión, de ordenador) y reflexionamos juntos sobre ello, estamos aprendiendo juntos. Igual debe pasar en la escuela.

No sé de dónde ha salido esta idea del “nativo digital” que tanta confusión genera: pensar que los niños han nacido enseñados a manejar una tableta es como pensar que si dejas a un niño junto a una biblioteca aprenderá a leer. Puede que en algún caso eso suceda. Pero en la gran mayoría no es así: ha de haber un proceso de acompañamiento y aprendizaje.

Para mí lo más importante en este proceso de educación tecnológica es, primero, un tiempo de paz alejado de las pantallas (esa infancia de la que vengo hablando ya en alguna otra respuesta) y lleno de calle, juego y otros niños; segundo, un proceso de aprendizaje tutelado, acompañado, en casa o en clase, de descubrimiento con él; y tres, creo que es fundamental alimentar el espíritu crítico y reflexivo: la red es un marasmo de contenidos muchos de ellos falsos o erróneos, es necesario buscar referentes, aprender a cuestionarse lo que encontramos y no aceptar sin más.

 

¿Cómo podríamos recuperar tiempos y espacios para los cuentos contados, tanto en casa como en la escuela?

El tiempo es limitado por lo tanto hemos de organizarlo de manera que incluya estos momentos de palabra dicha, ya sea lectura en voz alta, ya sea cuento contado. El problema reside en no ser conscientes de que algo tan sencillo es tan importante, tan relevante: para educar la escucha, cultivar la imaginación, promover la creatividad, alimentar con palabras, asumir aprendizajes, desarrollar y organizar la expresión oral, emocionar, divertir... pero también tan importante para cuestiones fundamentales como el tiempo compartido y de calidad con quienes quieres y te quieren, o el fomento de la actitud activa y responsable de quien escucha.

El cuento es lo opuesto a la velocidad, nos obliga a romper el ritmo vertiginoso de este tiempo y se convierte en un remanso. Por eso cuesta tanto incorporarlo a los días, pero también por eso es tan necesario hacerlo.

 

Has publicado hasta el momento catorce álbumes ilustrados. ¿Qué te ofrece este formato a la hora de ponerte a escribir? 

En primer lugar el libro álbum me obliga a trabajar la brevedad: desde mis primeros textos me preocupa y obsesiona la limpieza y condensación del texto escrito. Decir poco y contar mucho es posible con este formato de libro.

En segundo lugar el libro álbum me permite trabajar en equipo con otros profesionales, fundamentalmente con ilustradoras extraordinarias (como Mariona Cabassa, Lucie Müllerová, Natalia Pudalova, Rocío Martínez...) con las que, siempre que puedo, vuelvo a trabajar. Eso supone ceder autoría y asumir que ese proyecto personal pasa a ser de dos o tres (en el caso de trabajar también con el editor). Me gusta poder participar en el proceso de creación del libro álbum, de hecho escribo el texto y lo acompaño de muchas notas para que la ilustradora pueda visualizar lo que yo veía cuando escribía. Luego disfruto mucho viendo las láminas y comentándolas con ella. Siempre aprendo a lo largo de este proceso y creo que al final los textos acaban siendo mejores tras pasar por el tamiz de la ilustradora, el autor y el editor.

En tercer lugar me interesa que el discurso narrativo de la historia esté soportado por texto e ilustración, creo que esto multiplica las posibilidades de interpretación, le da riqueza y profundidad al cuento.

 

Desde hace ya unos años, estás empeñado en un nuevo reto. ¿Qué es Palabras del Candil? ¿En qué se diferencia de cualquier otra pequeña editorial?

Palabras del Candil es una editorial dedicada al mundo de la narración oral, publica libros y cuentos de narradores orales y va dirigido a un público muy concreto: profesionales de la narración oral y gente que disfruta de la palabra dicha: estudiosos y lectores de la tradición oral, público de espectáculos de cuentos contados, programadores, bibliotecarias, lectores curiosos, maestros... No es una editorial con vocación generalista, tiene unos objetivos pequeños, modestos y muy concretos. Quizás por eso, porque sabemos cuál es nuestro lugar, vamos sorteando las enormes dificultades de estos tiempos y seguimos publicando.

Otra diferencia con respecto a otras editoriales es que la gente de la editorial no cobra por la labor que hace: sólo cobran autores y personal externo (por cierto, puntualmente), y esto es así porque esta editorial no ha nacido como un negocio (por eso podemos ajustar los precios al máximo), sino que es una propuesta más para dar a conocer y difundir la buena nueva del resurgir de este pequeño oficio nuestro que es contar cuentos.

 

Dinos algo que hayas aprendido, que te haya sorprendido, que no esperaras cuando pusiste en marcha la editorial.

Una editorial es mucho más que hacer libros y son muchos los detalles a los que hay que atender. He tenido que aprender desde cero (sigo aprendiendo con cada libro) y ha supuesto un esfuerzo enorme, pero el resultado compensa las horas de dedicación.

¿Algo que no me esperaba cuando puse en marcha la editorial? De pronto descubrir que el mundo de la edición puede ser visto desde dos ámbitos bien distintos: desde el ámbito del negocio (igual podrías vender zapatos o vasos que libros) o desde el ámbito de la cultura (editores que se preocupan por crear y ofrecer libros que nos hagan mejores o que resulten imprescindibles). Sí, esta fue toda una sorpresa.

 

¿Puedes comentarnos algo de los últimos libros que habéis publicado en Palabras del Candil?

Los dos últimos libros que hemos publicado han sido de la colección En Teoría. En concreto este que comentas: Historia del cuento tradicional, de Prat Ferrer, y Contar con la poesía, de Estrella Ortiz. Ambos han supuesto para los autores un enorme esfuerzo de búsqueda de materiales, sistematización de contenidos y una considerable reflexión teórica, esto hace que logren un espesor teórico admirable y se conviertan en referentes imprescindibles para quienes vivimos abrazados al cuento.

Hay, sin embargo, algunas diferencias importantes entre ambos, por ejemplo en su origen. Mientras que Historia del cuento tradicional es un libro que había sido publicado ya antes por la Fundación Joaquín Díaz en formato digital, Contar con la poesía es un proyecto en el que Estrella llevaba embarcada los últimos años y, desde el primer momento, con vistas a ser publicado por nuestra colección de teoría.

El libro de Historia del cuento tradicional, además de incorporar un enjundioso estudio previo sobre el cuento y la narración oral, realiza un recorrido histórico del cuento tradicional y las colecciones, publicaciones y menciones que hay en las diversas culturas. Un trabajo monumental.

El libro de Contar con la poesía profundiza en la reflexión y práctica de la incorporación de versos y poemas a la narración oral. Un tema del que había muy poco escrito hasta ahora, por eso, para quienes gusten de la palabra dicha y de la poesía, este libro se va a convertir en un referente.

 

Pep; ¿Por qué hay que seguir contando cuentos?

Son muchas las razones que uno puede esgrimir en defensa del cuento contado: porque nos entretiene, nos emociona, nos invita a reflexionar, a viajar, a soñar, porque nos da palabras, porque fomenta la escucha, la imaginación, la creatividad, porque es una fiesta... Pero, desde mi punto de vista, hay una sobre todas las demás: el ser humano se diferencia de los animales porque transita por tierras de ficción y los cuentos son los portadores de la ficción más nutritiva y enriquecedora, de la ficción que crece de dentro hacia afuera (al contrario que la ficción de pantallas), de la ficción que más nos humaniza. Por eso hay que seguir contando y escuchando cuentos.

 

¿Cuáles son tus proyectos para el futuro próximo?

De momento continuar avanzando en los mismos frentes que hasta ahora: publicar nuevos libros como autor y editor; contar y contar; e insistir en la difusión, la reflexión y el conocimiento de este oficio nuestro tan pequeño y necesario, aunque en este asunto no estoy solo, cuento con la impagable ayuda de AEDA, la asociación de profesionales de la narración oral, y un montón de amigos y colegas implicados.

logo palabras del candil

tierraoral

LogoAeda

diseño de la web: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.   ::o::   ilustración de cabecero: Raquel Marín

Licencia Creative Commons Este web está bajo una Licencia Creative Commons.